En los últimos años, Venezuela ha sido testigo de una fractura profunda dentro del chavismo, la cual ha separado a la cúpula gobernante de sus bases más fieles. Antonia Muñoz, exgobernadora y figura destacada del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), señala que esta desconexión es evidente: “Una buena parte del chavismo ha perdido la conexión con la cúpula. Estoy convencida de que el pueblo que siguió a Hugo Chávez es el mismo que una vez siguió a Rómulo Betancourt o Carlos Andrés Pérez. Para 1998, ese pueblo ya estaba decepcionado por la pobreza”. Muñoz destaca que actualmente una parte significativa de esos seguidores ha virado hacia nuevas figuras como Edmundo González Urrutia y María Corina Machado, esta última, candidata inhabilitada por el gobierno.
Según la encuestadora Delphos, esta ruptura en las bases del chavismo se ha evidenciado claramente en los últimos dos años. Datos de marzo de este año indican que un 70% de los seguidores menos comprometidos con el régimen expresan la necesidad de un cambio.
La voz de Muñoz no está sola en este análisis crítico. Otro ex alto cargo del chavismo, Juan Barreto, exalcalde mayor de Caracas, ha unido fuerzas con el Partido Comunista de Venezuela para respaldar a Enrique Márquez. Esta división interna se ha exacerbado con la intervención del Gobierno en partidos políticos que antes formaban parte del Gran Polo Patriótico, dejando sin representación electoral a sectores de izquierda no afines a Maduro.
En conclusión, el chavismo enfrenta un desafío interno crucial, marcado por una creciente desconexión entre la dirigencia y sus bases históricas. Este distanciamiento podría tener repercusiones significativas en el futuro político de Venezuela, configurando un panorama de incertidumbre y cambio en el escenario político del país sudamericano.