Nerys L. Rivas / Activista Juvenil
Una vez escuché a un viejo amigo político decir: “Si hubiera entendido que el tiempo pasaría tan rápido, hubiera sido más amigo, más solidario y más gente. Tan rápido pasó el tiempo que por los mismos escalones por los que subí, bajé.” Estas palabras resuenan profundamente, recordándonos lo efímero del poder y la importancia de nuestras acciones.
Muchos sufren de las ansias de conquistar poder político y se embriagan de él. Es difícil entender y aceptar cuando ese poder se desvanece. Sin embargo, lo que verdaderamente nos falta no es el poder en sí, sino la sensación de importancia que los privilegios nos otorgan. Las elecciones de 2024 fueron un huracán que transformó el panorama político, con una nueva generación de líderes imponiéndose sobre un sistema colapsado.
Este cambio no solo afecta a los partidos políticos y diputados, sino también a todos los funcionarios, tanto nuevos como continuantes. El pueblo se ha quitado las vendas y ahora observa atentamente cada movimiento. En este contexto, el revanchismo no es una opción viable. Un país en declive económico e institucional necesita el talento y el aporte positivo de todos sus ciudadanos.
Es imperativo que todos los actores políticos comprendan que el poder es temporal y que su verdadero legado radica en la solidaridad, la humanidad y el servicio a la nación. Solo así podremos superar los desafíos y construir un futuro más prometedor para todos.
