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El secreto de las personas de sangre fría: ¿por qué ‘perder los nervios’ no está en su vocabulario?

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Un médico enfrentándose a una sala de urgencias abarrotada de pacientes después de horas de guardia. Un policía ante los disturbios provocados en un partido de fútbol. Un militar protegiendo a un barco pesquero en aguas de piratas. Un piloto que debe aterrizar un avión con un fallo mecánico con cientos de vidas en sus manos. Un bombero armado con una manguera frente a un edificio en llamas. Son trabajos muy distintos entre sí, pero que tienen algo en común: situaciones con altos niveles de estrés ante las que sucumbiría la mayor parte de mortales. Ellos, sin embargo, se enfrentan a ellas con la sangre fría, la valentía y la entereza de un superhéroe. “Se podrían considerar personas especiales”, opina la psicóloga y profesora de la Universidad Complutense de Madrid Lourdes Luceño. La ecuación que los convierte en lo que combina la personalidad, el entrenamiento y la genética.

“Este tipo de personas tienen lo que los psicólogos llamamos una personalidad resistente al estrés”, explica Luceno, quien investiga cómo reaccionan profesionales de la policía y el personal sanitario ante determinadas circunstancias. No es que no sientan ni padezcan la presión de lo que ocurre a su alrededor. Sus cuerpos también activan el mismo mecanismo que les ayuda a reaccionar ante el entorno: en situaciones de estrés, liberan adrenalina y cortisol, que ponen el cerebro en modo alerta, aumentan el ritmo cardiaco y tensan los músculos, entre otras respuestas. Pero, a diferencia de la mayoría de personas, no sucumben al estrés negativo, “que ocurre cuando estás desbordado por cosas que debes hacer y no tienes los recursos suficientes para afrontarlas”, aclara la psicóloga experta en ansiedad y estrés del Centro Área Humana de Madrid Cristina Wood.

Control, compromiso y sentido del humor

La personalidad de las personas de sangre fría se define por tres factores clave: el control, el compromiso y el reto. “Piensan que tienen el control sobre lo que ocurre. Son profesionales altamente comprometidos con su trabajo, que lo suelen elegir por vocación. Por último, cuando surge una situación distinta no lo consideran un problema, sino un reto que hay que superar. No se hunden ante las dificultades, sino que se las toman como un aprendizaje”, aclara Luceño. Aunque no todo está en el carácter, la formación es fundamental. Deben entrenarse para perfeccionar estas características y poder enfrentarse a determinadas situaciones sin paralizarse. “Con la ayuda de psicólogos aprenden técnicas básicas de solución de problemas, de gestión adecuada del tiempo, de habilidades sociales, para eliminar pensamientos negativos y la rumiación [dar vueltas a la misma idea durante mucho tiempo], para saber organizarse, liderar y apoyar”, dice Luceño.

La relajación también es esencial para mantener la mente fría y actuar con resiliencia frente a situaciones extremas. Cómo se consigue este estado es algo de lo que se ha encargado la ciencia en numerosas ocasiones. Practicar meditación regularmente parece ser una de las vías —según determinan algunos estudios—, pero no la única. La música es otra de ellas. Al escucharla se regula la respuesta hormonal del estrés, evitando que nos paralice, según una investigación de la Universidad de Londres. Y la risa: aprender a ver las distintas situaciones con humor ayuda mucho, según un trabajo en el que se analizaron los comportamientos de bomberos con síntomas de estrés postraumático y laboral. Aquellos capaces de echarse unas buenas carcajadas al lidiar con sus problemas tendían a experimentar menos efectos negativos ante las situaciones estresantes. Y es que la risa tiene efectos químicos en nuestro cuerpo, libera hormonas como la endorfina, la serotonina, la dopamina y la oxitocina, que nos ayudan a relajarnos y nos dan sensación de bienestar. El deporte también tiene efectos similares en la respuesta hormonal.

La sangre fría viene de fábrica

Podría parecer que, entrenando, escuchando mucha música y riéndonos mucho, todos podríamos ser capaces de conseguir la sangre fría de estos profesionales, pero no. Una parte de su poder está escrita en su ADN. De la misma forma en la que determina el color de nuestros ojos, la piel y el pelo, también parece definir la forma en la que respondemos al estrés. Aunque los estudios realizados al respecto solo son en animales, la ciencia apunta a que algunos de nuestros genes tienen la labor de producir y regular una molécula llamada Neuropéptido Y (NPY), que podría ser una especie de interruptor de la resiliencia al estrés. Todavía no se entiende por completo su funcionamiento, pero sí se ha observado que ante el estrés su producción se dispara en algunos de los animales estudiados, ayudándoles a responder de forma más rápida.

Pero la educación también tiene una enorme influencia, apunta Wood: “Suelen haber tenido una infancia sin grandes traumas”, y de las reacciones de sus padres “aprenden por observación a emitir las mismas respuestas ante situaciones de incertidumbre y de estrés”. El apoyo para ellos es indispensable desde la infancia y cuando ejercen su trabajo, “fundamental para hacer frente a situaciones muy estresantes como la actual”, aclara Luceño, quien añade que “necesitan tanto el de sus compañeros como el externo”.