Al cumplir los 18 años, me inscribí en el Cambio Democrático, después de provenir de una familia en la que mi padre era fundador del PRD y mi madre, del Partido Panameñista. Me causa risa, porque crecí inmerso en las batallas políticas familiares y al final terminé sumando a ambos productos del desencanto de sus partidos al CD.
Aprobé como ciudadano la ejecución del Gobierno de Martinelli 2009, no desde dentro del Estado ni ocupando ningún cargo público, ya que no tuve la oportunidad, pero sí desde las calles. Siempre he sido coherente al afirmar que no fue un mal gobierno, sino uno que promovió el trabajo y el crecimiento. A finales de 2014, cuando comenzó la cacería, quedamos muy pocos dispuestos a dar la cara dentro del partido, y aún menos cuando hubo que salir a protestar y denunciar. Luchamos en las calles y encendimos velas, sin siquiera conocer personalmente a muchos de los investigados: Martinelli, Paulette, José Raúl Mulino, Bolita, Alma Cortés, Frank de Lima, Pepe Suárez, Jaime Ford, Gustavo Pérez, y muchos más. Recuerdo que exigimos investigaciones justas, no amañadas.
En 2017, se eligieron a los secretarios nacionales de Juventud y Mujer, y recorrimos el país apoyando a Jamis Acosta, junto a cientos de jóvenes. Recuerdo el cambio de la Junta Directiva y cómo nos sumamos de inmediato a trabajar para prepararnos para las elecciones de 2019. Después de las elecciones de 2019, no nos detuvimos y comenzamos a trabajar para fortalecer el partido. Recuerdo que, frente a la inscripción del partido RM y las amenazas de destruir el CD, muy pocos de nosotros nos movilizamos en todo el país para inscribir nuevos miembros, incluso en plena pandemia, con mascarillas y todo. Así llegó el 2023, cuando decidimos postularnos para la Secretaría de la Juventud del CD. Rómulo me apoyó, las bases me apoyaron. No corrimos en igualdad de condiciones, pero aceptamos el desafío, recordando a quienes en 2016 porté velas y pancartas, mientras que en 2023 caminaron y solicitaron votos para otro candidato de otra facción. Y sin contar lo que todos saben, dentro de nuestra propia línea interna, el plan conspirador trazado para destruir nuestra aspiración. Seguí firme y llegamos a las primarias presidenciales de 2024, y ganamos.
No hablaré del hecho ocurrido después de las primarias; lo haré en otra ocasión. Pero debo decir que en la vida hay ciclos que deben cerrarse para avanzar.
Toda mi vida he sido coherente con mis palabras y acciones, y creo firmemente en los partidos políticos, en el debate de ideas y en la renovación. Los políticos debemos aprender a retirarnos con dignidad; el poder no dura para siempre, especialmente en estos tiempos en que muchos han olvidado servir y han decidido servirse. El desafío más grande es recuperar la credibilidad, y esa tarea recae en nosotros, las nuevas generaciones.
Tenemos muchos retos frente a nosotros y dos opciones: enfrentarlos o ignorarlos. El 5 de mayo, el pueblo envió un mensaje claro a todos los partidos políticos, tanto al elegido como a los no elegidos. Ese poderoso mensaje será aún más contundente si no hacemos lo correcto, si no redibujemos el rumbo y nos adaptamos a lo que realmente implica la política y sus objetivos. Advierto que es probable que estas sacudidas se manifiesten en las calles. Hay que hacer lo correcto. El pueblo ha despertado.
Termino este mensaje elevando una advertencia a mi partido: lo único constante es el cambio. Nunca lo olviden.