El 15% de las centrales nucleares y un tercio de las térmicas que necesitan del agua para refrigerarse están ya en zonas de estrés hídrico, advierte un estudio de la Organización Meteorológica Mundial.
El sector energético mundial es verdugo y víctima cuando se habla de cambio climático. Verdugo porque los combustibles fósiles —el petróleo, el gas y el carbón— que se emplean para producir ahora la mayoría de la energía mundial son los principales responsables de los gases que sobrecalientan el planeta. Y víctima porque, a su vez, este sector se ve fuertemente golpeado por esta crisis. Un informe comandado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), y en el que han participado 26 agencias y organizaciones internacionales, advierte de que “el cambio climático está poniendo en riesgo la seguridad energética en todo el mundo”.
En los últimos meses, se ha desvelado la cara más cruda de esta advertencia con los problemas que han tenido algunas centrales nucleares para refrigerarse por la sequía o el desplome de la generación hidroeléctrica en muchos países, entre ellos España. En el informe presentado este martes se avisa de que “el cambio climático afecta directamente al suministro de combustible, a la producción de energía y a la resiliencia física de la infraestructura energética actual y futura”. En concreto, “las olas de calor y las sequías ya están poniendo a prueba la generación de electricidad existente”.
Los expertos de la OMM y el resto de agencias que han elaborado este documento explican que en 2020 “el 87% de la generación mundial de electricidad proporcionada por sistemas nucleares, térmicos e hidroeléctricos dependía directamente de la disponibilidad de agua”. Y añaden: “Un tercio de las centrales térmicas que dependen de la disponibilidad de agua dulce para la refrigeración ya se encuentran en áreas de alto estrés hídrico”. Lo mismo ocurre con el “15% de las centrales nucleares existentes”.
El problema no irá a menos, al revés: en los próximos 20 años se espera que el 25% de estas nucleares están en la zona roja del estrés hídrico. Una situación similar se da en el caso de las plantas hidroeléctricas: el 11% de la capacidad de generar electricidad con los saltos de agua “se encuentra en zonas con mucho estrés hídrico”. “Y aproximadamente el 26% de las represas hidroeléctricas existentes y el 23% de las represas proyectadas se encuentran dentro de cuencas fluviales que actualmente tienen un riesgo medio a muy alto de escasez de agua”, añade el estudio.
Pero no solo las olas de calor y la sequía ponen en jaque la seguridad energética. En el informe se advierte de que hay 63 centrales nucleares en el mundo que se encuentran en la costa y que, por lo tanto, se pueden ver afectadas por la subida del nivel del mar, que ya es irreversible por el deshielo ligado al calentamiento global.
“Los eventos extremos se volverán más habituales e intensos”, ha advertido en una conferencia de prensa telemática Gauri Singh, directora general adjunta de la Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena), una de las organizaciones que han participado en el informe. El cambio climático no se puede revertir en estos momentos debido a la enorme cantidad de gases de efecto invernadero que el ser humano ha emitido desde finales del XIX y que permanecen en la atmosfera durante décadas. Lo que se intenta es que el calentamiento —que ya está en 1,1 grados Celsius respecto a los niveles preindustriales— se quede dentro de unos márgenes de seguridad —entre los 1,5 y los 2 grados—. Para ello, todos los países que se han adherido al Acuerdo de París deben presentar planes climáticos con sus compromisos de recorte de emisiones.
Pero esos programas nacionales también deben abordar estrategias de adaptación para el ya irreversible calentamiento. En el informe presentado de la OMM se han analizado esos planes y se advierte de que no se le presta la suficiente atención a este problema a pesar de los impactos negativos que ya están generando “las olas de calor y las sequías asociadas con el cambio climático” para el sector energético. “Solo el 40% de los planes de acción climática presentados por los gobiernos”, señala el estudio, “dan prioridad a la adaptación en el sector energético”.
SOLUCIÓN
El sector energético es verdugo y víctima, pero también una parte imprescindible de la solución, ya que es responsable de alrededor del 80% de las emisiones de efecto invernadero ligadas a la actividad del ser humano. Por eso es básico que se desenganche de los combustibles fósiles y deje de emitir. La vía, como recuerda el informe de la OMM, es clara: las energías renovables. “Es la forma más barata de producir energía”, ha argumentado además Gauri Singh, de Irena.
“La transición a formas limpias de generación de electricidad, como la solar, la eólica y la hidroeléctrica —y el aumento de la eficiencia energética— es esencial si queremos prosperar en el siglo XXI”, ha sostenido este martes Petteri Taalas, secretario general de la OMM. “El tiempo nos apremia, y estamos presenciando cambios en nuestro clima. Necesitamos una transformación completa del sistema energético mundial”, ha añadido.
En el estudio se recuerda que “el suministro de electricidad procedente de fuentes de energía limpia debe duplicarse en los próximos ocho años” si se quiere cumplir con el compromiso de limitar el calentamiento a 1,5 grados. Para 2050, “las necesidades mundiales de electricidad” se tendrán que cubrir “principalmente con energías renovables, entre las que la energía solar será la mayor fuente de suministro”. La transición hacia las renovables no solo ayudará a mitigar el calentamiento, sino que también “contribuirá a aliviar el creciente estrés hídrico mundial, puesto que la cantidad de agua utilizada para generar electricidad mediante la energía solar y eólica es mucho menor que la que utilizan las centrales eléctricas más tradicionales”, es decir, las nucleares y las que emplean combustibles fósiles.