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Cambio Democrático en guerra interna: Nóminas enfrentadas y divisiones marcan la renovación de su Junta Directiva.

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En medio de una tormenta de traiciones y resentimientos, el partido Cambio Democrático (CD) ha iniciado el explosivo proceso de postulaciones para renovar su Junta Directiva. El ambiente es tenso y las divisiones profundas, con nóminas enfrentadas que prometen incendiar la ya fragmentada estructura del partido.

Encabezando la actual Junta Directiva, el derrotado Rómulo Roux, quien no logró imponerse en las elecciones generales de 2024, enfrenta un escenario complicado. A su lado, varios exdiputados y actuales legisladores que lograron sus curules se preparan para pelear por su supervivencia política. Pero las viejas heridas no sanan: Yanibel Ábrego, que aún arrastra a buena parte de la base electoral que no pudo aspirar a las elecciones, sigue cargando con el resentimiento de aquellos que fueron olvidados y no postulados.

Uno de los nombres más sonados es el de Jimmy Papadimitriu, quien tras apoyar a Roux en las elecciones de 2024, ahora lidera una nómina cargada de exaspirantes derrotados y algunos diputados que buscan recuperar el terreno perdido. Papadimitriu se posiciona como una figura que promete ser disruptiva en este caótico proceso de renovación.

Por otro lado, el exministro Roberto Henríquez emerge con una estrategia controversial, presentando una nómina con más del 50% de familiares del expresidente Martinelli. Henríquez ha sumado a su equipo a figuras como Giselle Burillo, que en el pasado estuvo vinculada a Yanibel Ábrego, junto con otros miembros de la actual Junta Directiva del CD y excandidatos que vieron cómo sus aspiraciones se estrellaban en las elecciones de 2024.

El panorama se complica con un altísimo porcentaje de convencionales molestos, quienes rechazan abiertamente la conformación de estas nóminas. La desconfianza y la indignación se respiran en el ambiente, mientras las bases del partido se preparan para una elección interna que promete ser decisiva, prevista para el 27 de octubre.

El futuro del partido cuelga de un hilo, y lo que se avecina no será una simple elección: será una batalla campal por el control de un barco que, para muchos, está a punto de naufragar. ¿Podrá el Cambio Democrático salir ileso de este proceso o será el comienzo de su desintegración? Solo el tiempo lo dirá.