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La carrera por la Presidencia de la Asamblea: entre neblina, tensiones y apuestas divididas

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A medida que se acerca el 1 de julio, la incertidumbre crece en torno a quién ocupará la Presidencia de la Asamblea Nacional. Lo único claro en el panorama es que la elección se vislumbra nublada, con negociaciones cruzadas, disputas internas y un juego político sin cartas sobre la mesa. Ese día, además, el presidente José Raúl Mulino deberá rendir su discurso a la nación.

El debate gira en torno a dos polos: los veteranos con años de experiencia parlamentaria y los diputados recién llegados que apenas cumplirán su primer año de gestión. Una Asamblea marcada por la renovación, donde más de 55 son nuevos rostros, y solo una minoría de menos de 15 cuenta con trayectoria legislativa.

Analistas coinciden en que el Partido Revolucionario Democrático (PRD) podría inclinarse por un candidato propio si mantiene su postura autónoma, tal como lo hizo en el debate por la ley de la Caja de Seguro Social. Allí toman fuerza nombres como Crispiano Adames, viejo conocido del hemiciclo, o Rafael Buchanan, representante de una nueva generación.

En el Partido Panameñista toma fuerza el nombre de Edwin Vergara, pero con una bancada reducida, la única opción será tejer alianzas con bloques más amplios.

Mientras tanto, el verdadero pulso parece estar en la bancada oficialista de Realizando Metas y sus aliados de la bancada mixta, donde suenan con fuerza nombres como Dana Castañeda (actual presidenta), Shirley Castañeda, Jamis Acosta, Sergio Gálvez y Ariel Vallarino. La decisión dentro de este bloque podría definir el rumbo de la Asamblea.

Cambio Democrático y Otro Camino, con 11 votos entre ambos, podrían ser el bloque decisivo, si logran alinearse en una estrategia coherente.

Por otro lado, la coalición Vamos sigue resonando la intención de Walkiria Chandlers, aunque sus propias fracturas internas podrían dejarla fuera de la contienda. Expertos advierten que las divisiones en esa bancada son tan profundas como peligrosas, marcadas por disputas personales y conductas cuestionadas, que ya se evidenciaron durante la votación de la ley de la CSS. Si se repite el mismo patrón, la bancada podría quebrarse en dos.

Así, con un escenario polarizado, alianzas inciertas y protagonismos dispersos, la elección del próximo presidente o presidenta del Legislativo será un termómetro del poder real que se ejerce en la nueva Asamblea Nacional, y de la capacidad de sus bancadas para construir, o hundirse, en medio de la tormenta.

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